Hoy escuche y leí acerca del fallo de la corte internacional de La Haya, que intenta mediar entre conflictos internacionales, acerca de la instalación de la pastera en Botnia , Uruguay.
En pocas palabras, da fe de que Uruguay ha violado un tratado preexistente entre Argentina y Uruguay al instalar sin consultar dicho emprendimiento. Hasta allí las cosas claras. Pero más tarde cierra el fallo diciendo que la pastera puede seguir operando debido a que no se ha demostrado tácitamente que contamine.
Lo curioso es que durante este conflicto, se han hecho diversas notas y estudios que marcan que claro está , si contamina. Pero al parecer según el fallo, hay márgenes de contaminación tolerables.
Y todo esto para resumir que si esta gente es la máxima expresión de la justicia mundial, no tenemos mucha esperanza entonces.
Porque el corolario de esto es el siguiente: “Importa más el negocio de unas empresas europeas que invierten en un país a la ribera de un río, que la salud de los habitantes cercanos y el cuidado del ecosistema.”
Si lo queremos más sencillo… el dinero, el poder por sobre la naturaleza.
Eso expresa la justicia internacional.
Así que señores, tomen un hacha, bajen cuantos árboles puedan, que para este tipo de justicia , todo estará bien.
Es una tristeza muy grande. Seguimos atacando nuestro planeta, nuestro hogar.
Y una persona que pasaba por ahí, veía la noticia en la tele, y se iba balbuceando y quejando en disconformidad, diciendo cosas como que otra vez se ataca a lo natural. Lo miré y me dije: “bueno, al parecer somos muchos quienes tenemos almas ecologistas”, pero me duró poco ese pensar, a los pocos metros ese hombre tiraba unos papeles al suelo.
Entonces, lo de siempre… hablamos mucho pero hacemos poco.
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